Duele tu partida, es un dolor que me quema el alma, qué difícil se me
puso la vida sin ti. Durante estos días he estado tratando de
comprender por qué te has ido, por qué nos has dejado con este inmenso
vacío.
He llorado, he gritado, he rogado al cielo que te devuelva a mí. Luego
me calmo, respiro, te amo, te siento y te vuelvo a llorar, y hoy creo
haber entendido todo esto. Tu alma es tan infinitamente inmensa que tu
cuerpo te quedó pequeño, sencillamente tuviste que volar y ser libre.
Te lo dije viéndote a los ojos, pocos días antes de tu partida: Eres un gigante.
En algún momento me exigiste ser fuerte en caso de que llegara a
suceder lo peor: "Debes ser fuerte, mi María, y debes seguir el
camino, pase lo que pase".
Hoy te juro que daré lo mejor de mí, te juro que sacaré fuerzas de no
sé dónde para poder seguir adelante y tú siempre serás la luz que
ilumina mi camino.
Gracias por tanto amor de padre, gracias por tu constante ejemplo,
gracias por tu risa, gracias por tu llanto, gracias por tus canciones,
gracias por tus bailes, gracias por tantas alegrías , gracias por tu
absoluta y eterna entrega.
Pero, sobre todo, gracias, Comandante, por devolvernos la Patria.
Comentarios